Antonio Carlos Ribeiro
El clima de expresiones fascistas que asolan el país y el continente desde las manifestaciones (2013) y los efectos del golpe mediático-parlamentario-judicial-empresarial (2016), finalmente llega a las comunidades religiosas. El discurso de odio es creado y diseminado por entidades internacionales mantenidas por empresas millonarias y con aval del país más rico y endeudado. Las reacciones de estructuras gubernamentales, organismos multilaterales y mundiales, y de liderazgos pastorales, intelectuales, políticas y del mundo jurídico salen en defensa de la ‘voz de lo que clama en el desierto’ (Jn 1,23), que exige coraje para actuar y sostener el gesto.
En este caso, se trata de una visita pastoral y de amistad del Pastor Inácio Lemke al ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva - que ha recibido líderes de diversas religiones y es un prisionero político y perseguido - según las Comisiones de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La otra fue la participación de la Pastora Lusmarina García en la audiencia pública promovida por el Supremo Tribunal Federal (STF), acerca de la propuesta de la despenalización del aborto hasta la 12ª semana de gestación, representando al Instituto de Estudios de la Religión (ISER).
La sorpresa es que la visita de un pastor a un ex presidente, de quien es amigo hace 30 años, que se alegró de reencontrarse y pidió su oración en la salida, así como la pastora que presentó una reflexión profunda sobre el drama vivido por las mujeres en relación con su propio cuerpo, con exigencias morales y agresiones simbólicas, como un muñeco de plástico en forma de feto en el altar, como si el discurso travestido de sacrosanto ocultara el odio y el desprecio por las mujeres negras, descendientes de la esclavitud y las enfermedades resultantes: la desigualdad, la humillación, el placer sádico, la violencia contra los más frágiles, el olvido y el abandono de los pobres, la mayor parte de la población, de ese país patológicamente enfermo.
En ambientes saludables, el pastor y la pastora recibirían de la comunidad y de los líderes la solidaridad por el coraje en la defensa del Evangelio, en situaciones extremas, por gestos y palabras, en nombre de una sociedad ya cansada del masacrante discurso de odio, retomando la postura de los esclavos azotados en su corta vida de cerca de siete años. Parece que nos olvidamos que Brasil fue el último país en usar esa degradante explotación del trabajo humano. Y que acabó hace sólo 130 años. Pero el pueblo que ha aprendido a resistir al fascismo, no se someterá más.
Abajo el manifiesto de apoyo y solidaridad a Inácio y Lusmarina, animándolos con las palabras de Lutero:
Theologia crucis dicit id quod res est (La teología de la cruz dice las cosas como son).
Sigue la íntegra del documento:
Evangelio y responsabilidad - Lusmarina Campos Garcia e Inacio Lemke
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